Deportivo, potente y eficiente: Audi presenta la nueva generación del SQ5 TDI
Más llamativo, más deportivo y más eficiente: el Audi SQ5 TDI llega con un diseño aún más impresionante. Su motor V6 turbodiésel de 3 litros de cilindrada entrega su potencia de 251 kW (341 CV) de forma suave y contundente. El diseño más nítido subraya el carácter del SUV deportivo, que ofrece como opción los grupos ópticos traseros con la nueva tecnología de iluminación OLED digital.
El Audi SQ5 TDI tiene un historial de éxito. Su primera generación, presentada en otoño de 2012, pasó a la historia, al ser la primera ocasión en la que Audi ofrecía un modelo de la familia S con un motor diésel.
En esta versión actualizada, el V6 de 3 litros ofrece una potencia de 251 kW (341 CV) y un par máximo de 700 Nm, disponibles entre 1.750 y 3.250 rpm. El 3.0 TDI desarrolla su potencial mucho antes y con más fuerza, acelerando a la versión más deportiva de la nueva gama Audi Q5 de 0 a 100 km/h en 5,1 segundos. La velocidad máxima de 250 km/h está limitada electrónicamente. Al igual que en el primer SQ5 TDI, un actuador en el sistema de escape otorga al V6 un sonido poderoso.
Más potente y eficiente: el V6 3.0 TDI con un gran número de innovaciones
El V6 3.0 TDI ha sido actualizado en numerosas áreas. Los pistones ya no son de aluminio, sino de acero forjado, lo que ofrece más resistencia y reduce las pérdidas de calor, compensando así un peso superior. Un escalón labrado en el propio pistón permite que la combustión sea más rápida y eficiente. Los inyectores de solenoide utilizados para inyectar el combustible funcionan con una alta precisión de forma constante, gracias a nuevos sensores piezoeléctricos que monitorizan la apertura y el cierre de la aguja. Pueden realizar hasta ocho inyecciones por ciclo, con inyecciones escalables para una precisión aún mayor. La máxima presión de inyección es de 2.500 bar.
El anterior intercooler aire/aire situado tras el paragolpes se ha sustituido por un intercambiador indirecto agua/aire situado en el interior de la V que forman los cilindros. De esta forma se acorta el recorrido del aire de admisión, lo que ayuda a generar rápidamente presión de sobrealimentación. El intercooler indirecto es más eficaz, e incluso puede calentar el aire de admisión al arrancar el motor en condiciones ambientales de baja temperatura, ayudando así a alcanzar más rápidamente la temperatura ideal para la combustión. Gracias a esta medida, los sistemas de descontaminación de los gases de escape responden de forma más rápida.